Uno de los tesoros que más valoramos como lectores es viajar a los lugares donde han estado nuestros personajes, sentir lo mismo que ello al estar en un ambiente nuevo o conocido.
Dotar a nuestra novela de una ambientación lo más real posible enriquece nuestro trabajo, al mismo tiempo que nosotros como escritores aprendemos y trasmitimos nuestros conocimientos a los lectores; ya que de forma directa/indirecta alentamos a saber más sobre los lugares que les mostramos.